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Una historia que comienza con su final, donde Janice, la protagonista, es una mujer interesante aunque no muy bella, revive sus momentos vitales. Desde el deslumbramiento con las posturas ideológicas de izquierda, de Sam, su amante, que decide ir a la guerra, situación que trastornará su vida. La ausencia de Sam, conocer otros hombres y redescubre su sexualidad; el regreso de Sam de la guerra, cuando decide abandonarlo. Conocer incidentalmente a un ciego, Charles Buckman con quien estará casado 14 años hasta que él amanece un día muerto:
Janice se despertó aquel lunes por la mañana, con frío, lo cual era raro... y al abrir los ojos hacia él, como de costumbre, vio lo extrañamente pálida que tenía la cara…
El Nueva York de los años treinta como primer escenario, un castillo de naipes que se derrumba en un espacio post crisis antesala de la Segunda Guerra Mundial.
Momentos memorables: Janice renuncia a todo y en su claustro de un hotel desvencijado descubre su futuro.
El tema de la transición es algo permanente, un salto "sin alma" de los años treinta a la guerra/post guerra, donde el hermano de Janice describe lo que sucederá: el que tenga cabeza se hará millonario en los próximos cinco años! Un salto de la creencia político-ideológica de su exmarido Sam, a la vida estable y conservadora, a los saltos posteriores.
¿Podrá Janice ser feliz algún día? Miller en todo caso sugiere una fórmula: «Tomar lo que se nos ofrece, pedirlo si no se nos ofrece, y nunca lamentar nada».
Dato curioso es que fue llevada al cine con el título de "Homely Girl", dirigida por Amos Gitai y aparecía el propio Miller como el padre de Janice.
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